sábado, 28 de agosto de 2010

oda al amor

Oda al amor

Realmente necesito analizarme,
ni yo misma me comprendo,
siento cosas en el aire.

El problema es que no pienso claramente,
Y disculpa que lo diga,
Es tu culpa que me pase.

Tu, amor que no comprendes,
Los reparos de una chica,
Cuyo miedo es aceptarte,
Pues se siente confundida.

Tu, amor que no preguntas,
Y haces siempre lo que quieres,
Dime amor ¿quien te ha pedido,
Que mi corazón te lleves?

Vas jugando con mi vida,
Ideando travesuras,
Y no sé si esto me gusta,
Lo que siento es que me asusta.

Dime cuantos corazones,
Has llenado de ternura,
Para luego reemplazarla,
Con la más onda amargura.

Cuéntame si son reales,
Los felices para siempre,
O si son solo quimeras,
Que se creen los inocentes.

¿Es que soy otro juguete,
De tu vasta colección?,
¿o de veras me has premiado,
Soy acaso la excepción?

A veces salto de alegría,
Lloro de felicidad,
Quiero ser una nueva chica,
Sin miedo a la realidad.

¿en verdad me he enamorado,
Es el tiempo de cambiar?,
¿u otra vez me he ilusionado,
Veré a un amigo más llorar?

Amor no quiero ser la misma,
¿crees que puedes ayudarme,?
Porque si lo estás haciendo,
Tengo miedo de arriesgarme.

¿Cuantos corazones nobles,
Han sangrado por mi culpa?,
¿Cuántas veces fui causante,
De que se oculte la luna?

Me duele el dolor ajeno,
Si soy yo la responsable,
Creo que caí en las redes,
Del mal de auto compasión.

Oye amor ¿porqué te ríes?,
¿te burlas de mi dolor?,
Oh, y ahora ¿porqué lloras,
¿es que causo compasión?

Ya no sé ni lo que pido,
Estoy loca de amarrar,
Y aunque creo que es por un chico,
No lo puedo asegurar.

No sé que habrá de pasar, a partir de este momento,
En tus manos amor dejo,
El control de mis sentimientos.

He reunido mis problemas,
en un cofre y te lo entrego,
Porque siento que estás cerca,
Aunque quizás estés lejos.

te gusta escribir, ¡aquí tienes algunas técnicas! - ¿cómo decidimos quien narra la historia?

Si usamos la primera persona, es preciso que el narrador esté vinculado directamente a los personajes.
Si se decide por el contrario en 3ra persona, aunque se está más alejado, se tiene la ventaja del elemento de la imparcialidad. En la primera persona, el narrador está sintiendo sus hechos, y para hacer la historia creíble, este tiene que narrar los acontecimientos según su criterio, mientras que la 3ra persona, cuenta la historia de manera más objetiva.

El decidir como narrar, depende mucho de lo que se quiere expresar, y no sale a la primera. Hay que tener muy en cuenta la historia, y los elementos literarios que quieres utilizar.
Recalco. No hay una regla fija, todo depende de lo que quieras expresar.
Para estudiar la voz narrativa, recomiendo leer a vargas yosa.
No tengas miedo a cambiar la tradición medieval de contar una historia desde lejos, con una forma externa. Trabaja tu texto, y adécualo a tu estilo. Toma en cuenta que la historia debe ser creíble, debes captar la confianza del lector. Recomiendo que leas tu propio texto de manera objetiva, y hazte la siguiente pregunta ¿creo en mi historia?.
Es preferible narrar cosas inverosímiles que suenen creíbles, que cosas verosímiles que suene increíbles.
Quien narra el cuento o la historia no es el escritor, sino una identidad ficticia que crea el escritor.
La fotografía, no refleja la realidad.
Al narrar, el escritor intenta procesar un mundo real, que llega al lector en un lenguaje de código, que este es capaz de interpretar.
No intentes nunca explicar tu criterio al lector, entiende que el jamás va a interpretar lo que tu quieras, sino aquello que más se adapte a su realidad o entendimiento.
No cometas el error de decirle con tus escritos, estúpido al lector. Cuando dejes pistas de algo en un texto, deja atrás el miedo de imaginar que el lector, no reciba tu mensaje.

realismo mágico

Realismo mágico, género de ficción cultivado principalmente por los novelistas iberoamericanos durante la segunda mitad del siglo XX. El término fue acuñado
al parecer por el novelista cubano Alejo Carpentier al formular la siguiente pregunta: '¿Qué es la historia de América Latina sino una crónica de lo maravilloso en lo real?'. Lo hizo en el prólogo a su novela
El reino de este mundo, publicada en 1949. Posteriormente Alistair Reid lo introdujo en el vocabulario de la crítica. El venezolano Arturo Uslar Pietri empleó exactamente el término 'realismo mágico' en 1948, aplicado a la literatura hispanoamericana. El realismo mágico, como gran parte de la literatura de la segunda mitad de siglo, es esencialmente ecléctico. Funde la realidad narrativa con elementos fantásticos y fabulosos, no tanto para reconciliarlos como para exagerar su aparente discordancia. El reto que esto supone para la noción común de la 'realidad' lleva implícito un cuestionamiento de la verdad que a su vez puede socavar de manera deliberada el texto y las palabras, y en ocasiones la autoridad de la propia novela.

Estas tendencias se encuentran ya presentes en primeros novelistas, seminovelistas y antinovelistas como François Rabelais y Laurence Sterne
; otros precedentes más inmediatos pueden ser las novelas de Vladimir Nabokov Pálido fuego (1962) y El tambor de hojalata (1959) de Günter Grass. Pero el realismo mágico floreció con esplendor en la literatura latinoamericana de 1960 y 1970, a raíz de las discrepancias surgidas entre cultura de la tecnología
y cultura de la superstición, y en un momento en que el auge de las dictaduras políticas convirtió la palabra en una herramienta infinitamente preciada
y manipulable. Al margen del propio Carpentier, que cultivó el realismo mágico en novelas como Los pasos perdidos, los principales autores del género son: Miguel Ángel Asturias, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y, sobre todo, Gabriel García Márquez.
Las novelas de este último, Cien años de soledad (1967), El otoño del patriarca (1975) y Crónica de una muerte anunciada (1981) siguen siendo las cumbres
del género.

Fuera del continente americano el realismo mágico ha influido notablemente en la obra del italiano Italo Calvino y del checo Milan Kundera.
La tradición inglesa ha tardado más en asimilar el impacto del género, y sin duda no es casual que se deje sentir con mayor intensidad en las novelas de Salman Rushdie. Hijos de la medianoche (1981) y Los versos satánicos (1988).